Albarradon de Nezahualcoyotl
La vista desde el Cerro de la Estrella era imponente, Nezahualcóyotl se detuvo para contemplar el inmenso espejo de agua de unos mil kilómetros cuadrados, los frondosos bosques de las laderas de los montes, el resplandor de las construcciones de Tenochtitlan, ciudad que parecía flotar como una isla de piedra blanca, iluminada por esa luz plateada, única, del Valle de Anáhuac.
Desde este sitio las aguas se antojaban mansas, aunque recientemente habían provocado una severa inundación en Tenochtitlan, de tal modo que el tlatoani Moctezuma segundo le había pedido consejo a Nezahualcóyotl, dada la reputación de sabio que éste tenía y, en particular, por ser un hábil arquitecto.
Esta vez, Nezahualcóyotl con su séquito esperó la sedimentación de sus ideas bajo las aromáticas copas de los árboles, y contempló a lo lejos como se alzaban en vuelo las garzas y los patos; más acá, en Ixtapalapa, se veían los huertos y jardines, las chinampas llenas de rosas y de frutales, y esos estanques de agua dulce hechos exclusivamente para el gozo de los hombres.
La misión encomendada era compleja, necesitaba de mucha paciencia para resolver la mejor manera de controlar el movimiento de las aguas en las lagunas. Porque no se podía hablar de una sola, sino de cuatro con distintas características, dispuestas a diferentes niveles, con el agravante de ser unas de agua dulce y otras de agua salada.
Desde este cerro sagrado, el guerrero, sacerdote, poeta, estadista, arquitecto, filósofo, trazó una línea imaginaria que iba del cerro del Tepeyac a lo que hoy se conoce como la sierra de Santa Catarina. Ésa podría ser la solución al problema, pensó, una obra monumental que dividiera la laguna de norte a sur.
Siglos más tarde, el doctor Ángel Palerm ‹de quien tomamos las ideas principales para este texto‹, basado en fuentes indígenas y españolas que descubriera en la Universidad de Austin, Texas, reconstruye el complejo sistema lacustre:
El valle de México es una cuenca cerrada en la que los diversos lagos funcionan a la manera de los vasos comunicantes. Esta comunicación estaba regida, en primer lugar, por la topografía: "El lago de Texcoco era el que estaba a menor altura, convirtiéndose así en depositario de los excedentes de los demás vasos. A una altura ligeramente superior estaba el lago de México. Más alto que éste estaban el lago de Xochimilco y, a escasa mayor altura, el de Chalco. Toda la zona norte de la cuenca estaba a bastante mayor altura que los lagos de Texcoco y México, ascendiendo de manera relativamente pronunciada desde Ecatepec, al extremo sur, hasta Zumpango y Citlaltépetl, al extremo norte".
Nezahualcóyotl quiso comunicar su idea a Moctezuma por lo que envió embajadores para pedir que el tlatoani mexica lo recibiera. Su plan era éste: se enterrarían en el fondo del lago, que no era muy hondo ‹con un promedio de tres metros y medio de profundidad‹, dos filas paralelas de pilotes de madera. En medio de éstas se rellenaría con piedras, arena, y se aplanaría la parte superior. Se tendría cuidado de dejar un sistema de compuertas cada trecho, para desalojar el sobrante de las aguas. Todo ello, alrededor de 15 kilómetros de valladar, requeriría la mano de obra de miles de hombres dedicados exclusivamente a ese trabajo antes que empezara la estación de lluvias.
El Albarradón de Nezahualcóyotl es descrito con brevedad, pero con eficacia por un personaje anónimo en el documento del año 1800 titulado Compendio histórico cronológico del desagüe de Huehuetoca y de las inundaciones que ha padecido México..., recopilado en la colección de J. García Icazbalceta; texto que a la sazón dice:
"Entonces fue cuando por dictamen de Nezahualcoyotl sabio rey de Tezcoco a quien Motezuma pidió consejo se construyó un valladar o Albarradón de nueve millas de largo (15 kilómetros) y once brazas (18 metros) de ancho compuesto de dos estacadas paralelas terraplenado el medio con piedra y arena que partía de Iztapalapa hasta los cerros de Tepeyac hoy Guadalupe...". Cabe aclarar que otras fuentes sitúan el Albarradón entre el cerro del Tepeyac y la Sierra de Santa Catarina.
Otra referencia al Albarradón aparece en un manuscrito de la segunda mitad del siglo XVIII, el autor es Juan Ordóñez, funcionario del gobierno de aquella época. El texto está en la colección de Joaquín García Icazbalceta, a la que hicimos referencia antes, y se titula Relación sucinta de las inundaciones generales que han venido sobre la ciudad de México desde su fundaciónŠ, en donde se lee:
"Ocho inundaciones generales ha padecido esta ciudad desde su fundaciónŠ Las tres primeras acaecieron en la gentilidad, por el tiempo de Moctezuma, quinto rey y primero de este nombre, de Ahuizotl, rey octavo, y el último Moctezuma emperadorŠ hicieron varias obras, de que la principal en lo preservativo fue el albarradón (Nezahualcóyotl) que pasa por delante de los Baños del Peñol, con que se dividió la laguna de México, o san Lázaro, fabricado de madera y piedra, el cual hoy se halla arruinadoŠ"
En fin, Nezahualcóyotl realizó una infinidad de obras impotantes, pero si no hubiesen sido tantas solamente bastaría ésta para situarlo como el personaje más destacado del mundo indígena antes de la llegada de los españoles.
http://www.cronica.com.mx/notas/2002/12616.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario